Durante los meses de invierno, cuando las temperaturas descienden y el consumo energético se dispara, es fundamental buscar soluciones sostenibles que garanticen confort sin comprometer el medioambiente ni el presupuesto familiar.
La energía solar térmica se presenta como una opción eficiente y ecológica para la producción de agua caliente sanitaria y calefacción, incluso en estaciones frías. Aunque muchos piensan que esta tecnología solo funciona bien en verano, lo cierto es que con una buena planificación puede rendir al máximo también en invierno.
El aprovechamiento de la energía solar térmica en climas fríos requiere entender cómo funcionan los sistemas, cómo se deben instalar y qué mantenimiento necesitan. Además, conviene saber cómo complementar su rendimiento con otras fuentes energéticas o sistemas de apoyo que garanticen los resultados sin depender de si hace sol o no.
Captación de radiación incluso en días fríos
La energía solar térmica utiliza colectores solares para captar la radiación solar y transformarla en calor, que luego se transfiere a un fluido térmico encargado de calentar el agua para ACS o para alimentar sistemas de calefacción. Aunque en invierno el sol es menos intenso y los días son más cortos, los colectores solares de tubos de vacío están diseñados para captar toda la radiación solar que les llegue y aprovecharla al máximo.
Incluso en días con muy bajas temperaturas, estos sistemas pueden generar una cantidad significativa de energía si hace buen solo y están correctamente dimensionados y orientados. Por ello, uno de los aspectos más importantes para optimizar su rendimiento en invierno es una instalación profesional que tenga en cuenta la orientación ideal de los paneles, la ubicación geográfica y la trayectoria solar en esta época del año.
Aislamiento y eficiencia energética
Otro factor determinante es el aislamiento del sistema. En invierno, evitar pérdidas de calor es fundamental para que la energía captada no se disipe antes de ser utilizada. Esto implica utilizar materiales aislantes de alta calidad tanto en los conductos (sobre todo en las tuberías que circulan por el exterior de la vivienda, pero también en las que circulan por el interior de la misma), como en el depósito acumulador. Además, es recomendable usar depósitos bien dimensionados que puedan almacenar el calor generado durante las horas de mayor radiación para su uso posterior, como por ejemplo por la noche o el día posterior si no hay mucho sol.
En los propios colectores de tubos de vacío, las pérdidas son casi inexistentes, ya que en los propios tubos de vacío, como el nombre indica están formados por 2 tubos concéntricos y entre el de dentro y el de fuera está hecho el vacío, que es el mejor aislante térmico que se conoce, permitiendo solo fugas de calor por radiación, lo que reduce las fugas térmicas a menos de un 1% de la energía solar térmica captada. Además, en la carcasa superior del propio colector de tubos de vacío, que es donde se hace el intercambio de calor entre los tubos de vacío y el líquido caloportador, el aislamiento térmico existente también es de calidad, consiguiendo reducir al máximo las fugas térmicas en los propios colectores.
La respuesta completa del sistema se ve garantizada al combinar los colectores solares con calderas de apoyo o bombas de calor que entren en funcionamiento solo cuando sea necesario. De esta forma, se garantiza un suministro constante de calor sin depender únicamente del sol, pero aprovechando al máximo la energía gratuita del sol.
Uso de válvulas y controladores inteligentes
Para sacar el mayor rendimiento de un sistema solar térmico de circulación forzada, es necesario automatizar la gestión del sistema mediante controladores solares inteligentes. Estos dispositivos analizan en tiempo real la temperatura del fluido térmico en los colectores y la temperatura en los diferentes depósitos o intercambiadores de calor, regulando así el funcionamiento de las bombas y válvulas para maximizar la eficiencia. Además, una correcta instalación permite priorizar el uso de energía solar frente a fuentes auxiliares, reduciendo el consumo energético global.
También es posible integrar sistemas de calefacción por suelo radiante, que como trabajan a baja temperatura, pueden aprovechar aún mejor el calor generado por los colectores solares. Este tipo de calefacción no solo es más eficiente, sino que también ofrece un confort térmico uniforme y continuo durante todo el día.
Mantenimiento preventivo en temporada fría
Para asegurar el correcto funcionamiento del sistema en invierno, el mantenimiento juega un papel crucial. Antes de la llegada del frío intenso, es importante revisar el estado del fluido caloportador, comprobar la presión del circuito, limpiar los colectores y verificar que no haya fugas o pérdidas térmicas. Una revisión anual puede prevenir averías y asegurar que el sistema funcione con la máxima eficiencia justo cuando más se necesita.
También hay que prestar atención a la protección contra heladas. Los sistemas solares térmicos deben contar con mecanismos de seguridad que eviten la congelación del fluido caloportador. Debemos asegurarnos llenar el circuito solar con propilenglicol (el fluido caloportador correcto que incorpora anticongelante) en la suficiente concentración para poder proteger las tuberías frente a heladas en las noches más frías. Este fluido está expresamente diseñado para sistemas solares térmicos, ya que es un anticongelante biodegradable y no tóxico, hecho así especialmente para evitar contaminaciones por posibles fugas de este, al circuito de agua caliente de la vivienda.
Estas medidas no solo prolongan la vida útil de los equipos, sino que garantizan un funcionamiento estable en las semanas más frías del año.
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Porque el sol también calienta cuando hace frío, y con la tecnología adecuada, podemos convertirlo en una fuente constante de bienestar y ahorro.