El año de la descarbonización y el aumento de la energía solar fotovoltaica

Lo hemos sentido, lo hemos percibido. No es secreto, está comprobado que 2018 ha sido el cuarto año más caluroso en la historia moderna. Incluso, la propia Organización Meteorológica Mundial, ha hecho público los 20 récords de temperaturas elevadas durante los últimos 22 años, sí, es muy serio el problema, considerando también que la media mundial en 2017 fue superior a la del período 1981-2010 en 0,46 grados centígrados.

A ver, entremos más en detalle. Hasta la fecha de hoy, el mundo acumula un aumento de 1 grado centígrado, lo que ha desencadenado, como hemos sido testigos, de impactos naturales como huracanes, inundaciones, sequías y aumento del nivel del mar. Son fenómenos que atentan contra quienes habitamos el planeta y que solo está en nuestras manos el poder detenerlos.

De no tomar acciones, y de continuar las reuniones frustradas y sin acuerdo de los grandes líderes y élites del mundo, sin duda que todo será para peor. Por ejemplo, si añadimos medio grado centígrado más a lo que ya tenemos, los efectos serán más catastróficos de lo que ya hemos visto. Por su ubicación, España es uno de los países más vulnerables con respecto al cambio climático al estar en el mediterráneo. Hemos vivido una de las sequías más graves de la historia, derretimiento de glaciares, cambios en las especies agrícolas, aumento del riesgo forestal y más.

¿Qué hacer? Una amenaza que depende de nosotros

Seguramente lo hemos escuchado en algún momento: solo debemos reducir las emisiones de CO2 en el mundo, en esto estamos de acuerdo, pero lamentablemente no se han generado mayores acciones sobre la solución planteada, al contrario, sigue aumentando el “veneno climático”. Al menos en España, las emisiones de CO2 crecieron en un 4,4% durante 2017. Los principales responsables lógicamente provienen del sector industrial: energético, refinero y cementero.

Esto es verdaderamente inaceptable, a sabiendas del riesgo que esto representa. Sin embargo, al menos el sector energético, ha entendido lo del carbón. Por ejemplo, Endesa ya ha confirmado el pronto cierre de Andorra y Compostilla. Naturgy ha devaluado sus activos a cerca de 4.000 millones. Esperamos que el resto de las eléctricas sigan estos pasos en beneficio del bienestar colectivo.

La fórmula es clara, si la economía logra alinearse con la estrategia de la descarbonización, se podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% a largo plazo. Esto según lo señalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Evidentemente, a esta fórmula la acompañan otras iniciativas que ayudarán a disminuir los efectos del cambio climático. Esto implica ecosistemas forestales, agrarios, la costa, política Hidrológica, entre otras que deberán adaptarse.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha sido muy claro en último informe al asegurar que la falta de respuesta «puede socavar el desarrollo sostenible, y las respuestas de adaptación pueden apoyar el alivio de la pobreza, la seguridad alimentaria, los ecosistemas saludables, la igualdad y otras dimensiones del desarrollo sostenible».

Somos conscientes de que para evitar que lleguemos al fatídico 1.5 grados centígrados, se requiere tomar medidas en todos los niveles responsables de dichas emisiones. Esto debe interpretarse también como una buena oportunidad para muchos sectores emergentes que, con el apoyo de la industria, puedan crearse miles de nuevos empleos verdes en los distintos pueblos y ciudades. Es aquí donde tanto la energía eólica como la energía solar fotovoltaica se convierten en uno de los principales instrumentos a impulsar y promover así el fin del carbón y otros elementos perjudiciales que atentan con la vida de nuestro planeta. Recordemos,  la decisión y el mundo es nuestro.